Esta mañana tenía las sábanas llenas de migas de galletas.

     Esta mañana tenía las sábanas llenas de migas de galletas. Hacía días que me picaba la espalda y no sabía por qué. Mi madre se ha empeñado en cambiarme la cama porque dice que me voy a enfermar. Como si me importara mucho. No sé cuántos días hace que no me quito el pijama, he perdido la cuenta. No es que en la cama me encuentre bien, es que es el lugar donde menos mal me encuentro. Durmiendo descanso. Mi mente descansa. Ojalá pudiera dormir y dormir y no tener que despertarme en mucho tiempo. Cada vez que abro los ojos me recorre un frío helado la espalda y llega el dolor. Llega esta tristeza pegajosa que no me puedo sacar de encima; intento despistarla cerrando los ojos a ver si puedo volver a dormirme pero no me funciona. Estoy cansada. Es como si el cuerpo me pesara dos toneladas.

     Mis padres me dicen que al menos ordene mi habitación. ¿Que ordene mi habitación? Eso para mí es como subir al Everest. Creo que no lo entienden. Si supieran lo que me cuesta ducharme no me dirían que limpiara mi habitación. Al final me ducho por no escucharles. Dicen que huelo mal y que me van a salir llagas de estar acostada. Sinceramente, tampoco me importa mucho. Esta mañana mientras mi madre cambiaba la cama me duché. Tampoco me acuerdo de la última vez que lo había hecho. Peinarme ha sido horrible, era imposible meterme el cepillo. Solo de pensar que tenía que desenredarme todo el pelo me he echado a llorar. Era incapaz, demasiado trabajo. Al final corté por lo sano, nunca mejor dicho. Cogí unas tijeras y cada vez que me encontraba un nudo con el cepillo me cortaba el mechón.

     A veces me pongo una serie en el móvil pero me aburro al momento. No sé. Es raro. Es como si todo lo que antes me gustaba ahora me pareciera una tontería. Nada me llama la atención, nada me interesa, solo quiero estar hecha un ovillo en la cama. También al principio lo intentaba con libros. Imposible. Es como si mi mente de pronto se hubiera vuelto torpe… ¿cómo es posible que sea incapaz de leer 2 frases seguidas sin perderme?

     Todos me dicen que no pongo de mi parte. Pero es que yo no sé cómo poner de mi parte. También me dicen que valgo mucho. Me reiría si pudiera. ¿Pero es que no se han dado cuenta de que soy un desastre? ¿Que valgo mucho?  Sé que es una mentira piadosa y me la dicen porque son mi familia, pero yo sé la verdad y cualquiera con sentido común lo vería. Yo sé que soy una carga, ¿quién iba a querer estar cerca de una persona como yo?  Lo único que tengo claro es que el mundo no se perdería gran cosa si un día no me despierto. Ésa es la única forma que se me ocurre de terminar con este dolor.

     Hemos utilizado tanto el término “depresión”, que su significado se ha ido desdibujando. Escucho a mucha gente decir que tiene depresión, pero realmente lo que tienen es tristeza. Afortunadamente, no es lo mismo estar triste que tener una depresión. Y no es lo mismo por la sencilla razón de que la tristeza o el sufrimiento no patológicos son parte de la vida (hace unas semanas hablamos justamente de esto en nuestro blog). Nuestra mente lidia mucho mejor con las tristezas que con las depresiones. Si la protagonista del testimonio que acabas de leer existiera, tendría muchas papeletas de tener algo más que una simple tristeza.

     A la gente que sufre una depresión, no podemos ayudarla de la misma manera que ayudaríamos a alguien que simplemente está triste. Sus mentes no funcionan igual. La depresión es un trastorno mental, la tristeza no. Por eso, si estás cerca de alguien que crees que puede estarla sufriendo, la mejor manera de ayudarle, es precisamente buscarle a un profesional que le ayude. Lo más probable es que tus consejos y recomendaciones no funcionen, por muy buena intención que tengas y por mucho empeño que le pongas. Y no es porque no quieran hacerte caso o no pongan de su parte, es simplemente porque no pueden hacerlo.  Acabarás frustrado y con una impotencia que te será difícil manejar.